6 de noviembre - Celebraremos la Santa Misa Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
Espero ver la bondad del Señor - Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor
Antífona de Entrada Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios llevará con él a los que mueren en Jesús. Y así como todos han muerto en Adán, así también todos revivirán en Cristo.
Oración Colecta Oremos: Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al proclamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo, se avive también nuestra esperanza en la resurrección de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera Lectura Lectura del libro de Job (19, 1. 23-27) En aquellos días, Job tomó la palabra y dijo: “Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre. Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantará a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo contemplarán. Esta es la firme esperanza que tengo”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 24 A ti, Señor, levanto mi alma. Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Señor, acuérdate de mí con ese mismo amor y esa ternura. A ti, Señor, levanto mi alma. Alivia mi angustiado corazón y haz que lleguen mis penas a su fin. Contempla mi miseria y mis trabajos y perdóname todas mis ofensas. A ti, Señor, levanto mi alma. Protégeme, Señor, mi vida, salva, que jamás quede yo decepcionado de haberte entregado mi confianza; la rectitud e inocencia me defiendan, pues en ti tengo puesta mi esperanza. A ti, Señor, levanto mi alma.
Segunda Lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (3, 20-21) Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Aleluya.
Evangelio † Lectura del Santo Evangelio Según San Marcos (15, 33-39; 16, 1-6) Gloria a ti, Señor. Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?” (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Miren, esta llamando a Elías”. Uno corrió a empapar una esponja de vinagre la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: “Vamos a ver si viene Elías a bajarlo”. Pero Jesús dando un fuerte grito, espiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: “De veras este hombre era Hijo de Dios”. Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: “¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada,a pesar de ser muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles Celebrante: Hermanos, oremos confiadamente a Dios, que resucitó a su Hijo al tercer día y pidámosle por los vivos y difuntos, para que todos gocemos un día de su felicidad eterna. Digamos con fe: Te rogamos, óyenos. Para que Jesús, que con su resurrección dio vida al mundo entero, conceda a todos los difuntos gozar de la luz y de la vida verdadera. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Para que los cristianos seamos en medio del mundo testigos de la vida y de la felicidad que Jesús nos ofrece, y ayudemos a nuestros hermanos a creer en Él. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Para que los enfermos, especialmente los que están terminando sus días en esta vida, experimenten la fortaleza de Dios, la cercanía de sus hermanos y la confianza plena en la vida eterna. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Para que el Señor, en su misericordia, perdone los pecados de los que han muerto. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Para que nuestros familiares y amigos difuntos, disfrutando ya del Reino de la vida, intercedan por los que aún peregrinamos entre las luces y sombras de la fe. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Para que la esperanza guíe nuestros pasos a lo largo de nuestros días y para que un día disfrutemos de la armonía y el amor que reinan en la casa del Padre. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.
Celebrante: Recibe, Señor, nuestra humilde oración y, ya que confiamos en tu misericordia y tu poder, haz que vivamos abandonados en tus manos de Padre y que un día podamos cantar, junto a María y a los santos, la gloria de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración sobre las Ofrendas Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos en este sacramento de amor que nos une a Cristo, tu Hijo, y recibe a nuestros hermanos difuntos en la gloria de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Difuntos I No se nos quita la vida, se nos cambia por otra mejor El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. En el cual resplandece la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Pues, para quienes creemos en ti, Señor, la vida se transforma, no se acaba; y disuelta nuestra morada terrenal, se nos prepara una mansión eterna en el cielo. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá y el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. Oración después de la Comunión Oremos: Por este memorial de la muerte y resurrección de Cristo que hemos celebrado, concede, Señor, a nuestros hermanos difuntos, gozar de la paz eterna de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
06 de Noviembre, 2011 Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario Día del Señor Señor, mi alma tiene sed de ti Que llegue hasta ti mi súplica, Señor Antífona de Entrada Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
Primera Lectura Lectura del libro de la Sabiduría (6, 12-16) Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga por ella no se fatigará, porque la hallará sentada a su puerta. Darle la primacía en los pensamientos es prudencia consumada; quien por ella se desvela pronto se verá libre de preocupaciones. A los que son dignos de ella, ella misma sale a buscarlos por los caminos; se les aparece benévola y colabora con ellos en todos sus proyectos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 62 Señor, mi alma tiene sed de ti. Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora como el suelo reseco añora el agua. Señor, mi alma tiene sed de ti. Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. Señor, mi alma tiene sed de ti. Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Segunda Lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses (4, 13-18) Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él. Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que nosotros, los que quedemos vivos para cuando venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron. Cuando Dios mande que suenen las trompetas, se oirá la voz de un arcángel y el Señor mismo bajará del cielo. Entonces, los que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con ellos entre nubes por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él. Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre. Aleluya.
Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Mateo (25, 1-13) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!' Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando'. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo'. Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos'. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco'. Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle que manifieste su poder en cuanto con fe le pedimos, en nombre de toda la Iglesia. Digámosle juntos: Te lo pedimos, Señor. Concede a los cristianos buscar la sabiduría y descubrir tu amor hecho Eucaristía y vida en todos los hombres. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Mira con amor a tu Iglesia, purifícala de sus faltas, y haz que viva en fidelidad a Cristo su Esposo. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Enciende en los corazones deseos de fraternidad, diálogo y ayuda solidaria. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Ayuda a los que llamas, para que, velando y orando, descubran tu voluntad. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Admite a los difuntos en el Reino donde Tú habitas. Oremos. Te lo pedimos, Señor. Aviva el fuego del amor en nuestros corazones para que vivamos atentos a las necesidades de nuestros hermanos. Oremos. Te lo pedimos, Señor.
Celebrante: Señor y Dios nuestro, que nos das a beber de la sabiduría de tu amor y nos invitas al banquete de bodas de tu Hijo; escucha las oraciones de tus fieles y permítenos asociarnos a la asamblea de los santos para cantar tus alabanzas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Oración sobre las Ofrendas Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Prefacio Dominical II El misterio de la salvación El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar mis fuerzas. Oración después de la Comunión Oremos: Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
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